El entorno de Labastida y la sonsierra riojana es el lugar donde mayor número de lagares rupestres y necrópolis medievales se convervan.
Un lagar rupestre es el sitio donde se pisa -más bien se pisaba, aunque en época de vendimias os damos la oportunidad de pisar- la uva, se prensaba la aceituna o se machacaba la manzana para obtener su jugo. En Labastida se centra en estructuras excavadas sobre afloramientos rocosos vinculados a la explotación vinícola, que pueden aparecer de forma unitaria o en grupo. Muy cercanos al municipio son fácilmente accesibles; incluso detrás de la sacristía de la Iglesia de Ntra. Sñra. de la Asunción podemos contemplar un antiguo lagar, el Lagar de la Mota. Posiblemente, hace ya más de 1.000 años (que se dice pronto) nuestros antepasados hacían vino en estos lugares tal como nos enseñaron los romanos. Posteriormente, el mismo y sencillo proceso de elaboración se trasladó a los calados, algunos de los cuales podemos visitar. Si te interesa conocer más de este tema consulta nuestra página guía sobre los lagares rupestres de Labastida.
Las necrópolis medievales son -en su mayoría- los únicos restos que en la zona tenemos de los antiguos poblados. De la misma época que los lagares en el entorno de Labastida podemos disfrutar de varias. La más cercana, probablemente, es la de Remelluri. Antes de que villas como Labastida o San Vicente de la Sonsierra se fundaran la gente vivía en pequeños poblados repartidos por toda la geografía, normalmente cerca de arroyos. Sus casas eran de estructuras «endebles» (madera, barro…) y el paso del tiempo apenas nos han dejado restos. Algunos serían la ermita de Remelluri o la ermita de Sta. María de la Piscina.